Las palabras también pueden herir

Por Lely Reyes
En tiempos de tragedia, el silencio puede ser más sabio que cualquier discurso. Y cuando decidimos hablar, cada palabra debe ser cuidadosamente medida. No se trata de censura, sino de sensibilidad. No se trata de callar verdades, sino de elegir el momento y la forma correcta de decirlas. Porque sí: las palabras también pueden herir.
En nuestra sociedad hiperconectada, donde la inmediatez domina la conversación pública, muchas veces se pierde el filtro de la empatía. Cualquier pensamiento, por espontáneo que sea, se lanza al aire como si no tuviera consecuencias. Pero sí las tiene. Sobre todo cuando un país entero se encuentra en duelo.
Ante una tragedia, es fácil caer en la tentación de buscar culpables, de emitir juicios o de querer explicar lo que, por ahora, solo debe ser llorado. Sin embargo, no todo lo que llega a nuestra mente debe convertirse en un mensaje público. Hay momentos para el análisis y otros para el acompañamiento. Este, claramente, es un momento para acompañar.
Las víctimas de una tragedia no son solo las que pierden la vida. También lo son sus familias, sus amistades, sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus comunidades. Con el tiempo, la lista de afectados crece: empleados que quedan sin trabajo por el cierre de empresas; estudiantes que pierden a sus maestros; barrios que pierden a sus líderes. La herida se extiende, silenciosa, pero profundamente dolorosa.
Hoy, más que nunca, necesitamos mensajes que abracen. Palabras que consuelen. Frases que ayuden a cargar el peso insoportable del duelo. La sociedad necesita voces responsables, que comprendan que comunicar no es simplemente hablar: es construir, es sanar, es guiar.
Este no es el momento para justificar lo injustificable. Tampoco para teorizar sin pruebas ni imponer narrativas cargadas de cinismo. Es el momento para estar presentes desde la humanidad. Para pensar antes de compartir. Para ser empáticos antes que lógicos. Porque lo que está en juego no es una opinión, es la dignidad del dolor ajeno.
Invito, como ciudadano, como comunicador y como ser humano, a la prudencia. Que nuestras palabras sean bálsamo, no sal en la herida. Que nuestra voz sea puente, no barrera. Que aprendamos, de una vez por todas, que en tiempos de dolor, el respeto y la compasión también son formas de justicia.
Lely Reyes es técnico en periodismo digital (Infotep) y director del periódico digital portadaoeste.com