
Seguir la estrella en tiempos de confusión

por : Lely Reyes
La historia de los Reyes Magos guiados por la estrella de Belén suele contarse como un relato piadoso propio de la Navidad. Sin embargo, leída con atención, encierra una enseñanza profundamente actual: la fe verdadera no es ciega, discierne; no huye de la razón, la integra.
Los Magos no eran reyes en el sentido político moderno. Eran sabios de Oriente, observadores del cielo, estudiosos de los signos y del orden del universo. Astrónomos o astrólogos, hombres de conocimiento, que supieron reconocer en el firmamento una señal fuera de lo común. La estrella de Belén no fue solo un fenómeno astronómico; fue una llamada que los sacó de la comodidad y los puso en camino.
Ese primer gesto ya dice mucho. Creyeron lo suficiente como para moverse, arriesgarse y atravesar largas distancias. Pero la estrella no los condujo directamente a Belén. Primero llegaron a Jerusalén y preguntaron. Buscaron referencias humanas, contrastaron la señal divina con la realidad histórica y política de su tiempo. Este detalle, a menudo ignorado, resulta clave: la fe no excluye la pregunta ni el diálogo con la realidad.
En Jerusalén se encontraron con Herodes, símbolo del poder que teme perder control cuando la verdad aparece. Mientras los Magos buscan, Herodes se inquieta; mientras unos se dejan guiar por la luz, el otro responde con cálculo y miedo. El relato establece así una tensión permanente entre fe y poder, entre verdad y conveniencia.
Solo después de ese encuentro, la estrella reaparece y los conduce finalmente a Belén. Allí no hallan un palacio ni una corte, sino un niño pobre. Y, sin embargo, lo reconocen. Se postran y ofrecen oro, incienso y mirra: signos claros de realeza, divinidad y sacrificio. La escena es profundamente contracultural: Dios no se manifiesta donde el poder lo espera, sino donde la humildad lo acoge.
Advertidos en sueños, los Magos deciden regresar por otro camino. No es un detalle menor. Cambiar de ruta es una decisión ética y espiritual. Significa no colaborar con la mentira, no servir a un poder injusto, no traicionar la verdad descubierta. En ese gesto final se resume toda la enseñanza del relato: quien se encuentra con la verdad ya no puede seguir igual.
Hoy, la estrella de Belén sigue siendo una metáfora vigente. Vivimos tiempos de confusión, saturados de información, discursos polarizados y verdades a medias. Como entonces, hay luces que desorientan y poderes que manipulan. En ese contexto, el relato de los Reyes Magos interpela: ¿qué estrellas estamos siguiendo?, ¿a qué voces prestamos atención?, ¿somos capaces de cambiar de camino cuando la conciencia lo exige?
La Epifanía no es solo una celebración litúrgica; es una invitación permanente a buscar con honestidad, a discernir con valentía y a reconocer la verdad incluso cuando no se presenta de la forma esperada. Seguir la estrella no es un acto ingenuo ni romántico. Es una decisión consciente, exigente y transformadora.
Lely Reyes es técnico en periodismo digital (INFOTEP). Y director de portadaoeste.com


